Inauguración del curso de Peritaje Grafopsicológico en la Universidad Autónoma de Barcelona  el 21 de enero del 2005, dedicado al Dr, Mira y López.

                                                                                                                      Montserrat Mira y López

                                                                                             

 

Al aceptar el ofrecimiento del Dr. Francisco Viñals Carrera para hablar sobre mi padre. el Dr. Emilio Mira y López, en ocasión de esta apertura del curso de Peritaje Grafopsicológico  que ha tenido la amabilidad de dedicar a su nombre,  he sido consciente de que todo lo que yo pueda  decir corre el peligro de ser considerado subjetivo,   por estar condicionado por mi amor filial.  Es cierto que yo realmente quería y admiraba mucho a mi padre,  pero  también lo es que  esa admiración fue y es  compartida por todos cuanto le conocieron  y ustedes la  comprenderán  tras conocer los hechos que les relataré.

 He tratado de evitar  la simple enumeración cronológica del currículum, que llevaría muchas más hojas de lectura que las seis que traigo aquí,  en las que pretendo ofrecer un retrato vívido del homenajeado en este curso. Me limitaré, pues,  a referirme a aquellos cargos y actividades más relevantes, omitiendo detalles de cursos impartidos, ponencias en congresos, nombramientos de Doctor Honoris Causa, etc.. que acostumbran a ser incluidos.

 

Como considero que la  obra de toda persona está engarzada en su vida, condicionada por ella, he preferido mencionar los sucesos más importantes en ese aspecto: lo que  le sucedió, como lo  afrontó y cómo reaccionó ante ello, es decir,  referirme  a su aspecto humano, que merece para mí una admiración similar a la  que la que despierta su inteligencia y su capacidad de trabajo.

 

 En relación a estos últimos, comenzaré mencionando que  finalizó sus estudios de bachiller  en Ciencias con Premio Extraordinario y se licenció en Medicina en la Universidad de Barcelona en 1917, contando solamente 20 años de edad recién cumplidos, también con Premio Extraordinario. En 1922  su tesis doctoral presentada  ante la Universidad de Madrid bajo el título de “Las correlaciones somáticas del trabajo mental” obtuvo calificación de sobresaliente, y al año siguiente esa misma tesis fue  distinguida con el Premio Extraordinario de Doctorado, es decir, premiada como la mejor tesis presentada durante el año anterior sobre todas las del país, ya que  en aquella época la Universidad  madrileña era la única habilitada para otorgar el título de doctor.

Ese mismo año de 1923 fue ponente oficial en el III Congreso Internacional de Psicotecnia, celebrado en Milán (dos años antes había sido Secretario General del II, celebrado en Barcelona), y en el  VII Congreso Internacional de Psicología de Oxford, donde fue nombrado Miembro del Comité Internacional de Psicólogos.

 

 Fue pionero en todos los órdenes: concretando a través de la afirmación  de uno de sus principales estudiosos, el Dr. Enrique Lafuente, Director del Departamento de Psicología de la UNED, “incorporó la psicología española a la  psicología  occidental al  introducir  en la península a través de sus publicaciones y trabajos la psicología experimental, la psicología jurídica, el pensamiento de los grandes psiquiatras alemanes y las teorías psicoanalíticas.” añadiré que  introdujo y desarrolló en España la  Orientación Profesional, e hizo el  Instituto  de ese nombre que él dirigía en Barcelona, famoso en toda Europa.

 

En 1932 Presidió el XI Congreso Internacional de Psicología, reunido en Copenhague, y en 1936 fue designado Presidente  del I Congreso Internacional de Psicología Científica  que debía reunirse en  Madrid en el mes de octubre y fue cancelado por causa de la guerra civil. En el campo de la Psiquiatría, fue elegido por unanimidad para desempeñar la primera cátedra de esa  materia, creada en la Universidad de Barcelona en 1933. Ese mismo año fue invitado  especial (Huésped de Honor) y relator principal de la reunión Anual de la American Society for the Advancement of Science, celebrada en Chicago, nombrado Presidente de la Societat Catalana de Psiquiatria y Neurología, Vicepresidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatria, Miembro del Consejo  Superior de Psiquiatría de Madrid, en 1935 Presidente de la Liga Española de Higiene Mental y Director del  Sanatorio Psiquiatrico de Sant Boi de LLobregat  (en 1932 ya había sido nombrado Director Consultor del Institut Psiquiatric Pere Mata, de Reus).

 

Finalmente, como psicopedagogo fue  desde joven profesor titular de diversas materias  en la Facultad de Filosofia, Letras y Pedagogía de la Universidad de Barcelona, autor de numerosos trabajos sobre el tema y  en su calidad de Director del Instituto Psicotécnico de la Generalitat de Catalunya en 1933 fundó en el mismo,  junto con  su gran amigo Joaquim Xirau la Revista de Psicología  y Pedagogía, codirigida por ambos, que adquirió gran prestigio  hasta que desapareció lamentablemente  en plena guerra civil. La facultad de Pedagogía  de la UB ha  publicado en 1998 un  libro en catalán titulado “Emili Mira, els origens de la psicopedagogía a Catalunya” en el que los diversos profesores que colaboran con sus trabajos sobre el tema coinciden en considerarlo  como figura básica de  la misma.

 

 Su aportación en el campo de la Salud Mental queda  evidenciada por el hecho de que el I Congrès Català de Salut Mental celebrado en Barcelona  en 1999 fue  declarado “memorial Dr. Mira y López·”, y la placa que el Colegio de Médicos de Barcelona colocó  ese mismo año al  frente del edificio donde viviamos  en la Rambla Catalunya nº35  lo califica como “insigne `psiquiatra, capdevanter de la Salut Mental a Catalunya”. Finalmente, para dar una idea de la extensión de sus intereses y los campos en los que dejó huella citaré que hace una semana   fue presentado en el Palau Robert  de Barcelona por  la Secretaria General de l’Esport de la Generalitat el libro “Emili Mira i els origens de la psicología de l’esport”,

 

 Resumiendo: en 1936 su celebridad y prestigio, no solo en Catalunya sino en el resto de España y en el ambiente científico internacional   habían llegado a su punto culminante.

 

Cuando estalló la guerra civil él se hallaba  participando en un congreso en Zurich, Suiza,  acompañado por mi madre y mis dos hermanas mayores, Inmediatamente abandonaron la cena oficial ofrecida a los congresistas, subieron al coche y regresaron sin detenerse a Barcelona, causando extrañeza en la frontera franco-española  un coche que iba en dirección contraria tantos que de los que huían del conflicto. No bien  llegado se presentó ante la Generalitat para ofrecer sus servicios.

 

Fue nombrado entonces Director del Instituto  Profesional de Adaptación de la Mujer, cargo que tuvo que abandonar en 1938 al ser nombrado Jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército de la República, lo que implicó su presencia en el frente de batalla y  organizar la evacuación,  atención  y rehabilitación  de todos los combatientes afectados por traumas psíquicos de guerra, así como detectar a los simuladores en ese aspecto. Y al  ser derrotado el ejército en el frente catalán, tuvo que hacerse cargo de su evacuación a Francia, razón por la cual atravesó la frontera días más tarde que su familia.

En cuanto a nosotras (es decir mi  abuela paterna, con 75 años y un brazo roto y enyesado, mi madre, mis dos hermanas que entonces tenían 16 y 17 años y yo, que tenía diez) salimos de Barcelona  el 23 de enero de 1939, tres días antes de la entrada de las tropas franquistas, integrando una caravana de varios coches  con familias de médicos amigos que ocupaban puestos oficiales en la República.

 

 Como el tema de esta charla no es nuestro éxodo (que he relatado en mi web personal en Internet por si alguien tiene interés en conocerlo) diré solamente que ya reunidos, estando en un hotelucho de París, habiendo dejado y perdido todo, absolutamente todo, pues su única posesión material era una diminuta máquina de escribir portátil, mi padre escribió a sus colegas de diversas partes del mundo y recibió una propuesta de beca desde el Maudsley Hospital de Londres para proseguir sus  trabajos sobre el Psicodiagnóstico Miokinético y transmitir a los psiquiatras ingleses su experiencia  en el campo de  la psiquiatría de guerra.

 

 Omito el relato de los meses intermedios para  decir que presentó  su informe sobre el Psicodiagnóstico Miokinético  ante la Royal  Society of Medicine (sección Psiquiatría) el 10 de octubre de 1939,  refiriéndose a él como  “A new device for detecting  the Conative Trends of Personality”, o sea “Un nuevo método para detectar las tendencias conativas de la Personalidad”.   

 

Pero la  Segunda Guerra Mundial había estallado un mes antes;  habían empezado a sonar las alarmas aéreas, nos habían distribuido máscaras antigás,  el cielo de Londres se había cubierto de globos con redes que  pretendían impedir el paso de  aviones alemanes,  en la pensión donde vivíamos los inquilinos cavaron un intento de refugio en el jardín. Es evidente que hubiéramos permanecido en Londres y toda su vida profesional hubiera podido ser diferente  si mi madre no hubiera insistido en  que nos fuéramos a América, argumentando que   acabábamos de salir de los tres años de hambre y bombardeos de  Barcelona y era demasiado volver a soportarlo en país extraño. Esa es la razón por la que fuimos al nuevo continente  donde  fue magníficamente recibido.

 

 Mientras la familia nos embarcábamos hacia Buenos Aires él lo hizo hacia Nueva  York, desde donde inició una serie de conferencias por distintas universidades primero norteamericanas y después centro y sudamericanas,  hasta llegar a reunirse con nosotras en la capital argentina a principios de 1940,  tras donar todo el dinero recolectado en su gira al SERE (Servicio de Ayuda a los Refugiados Españoles) que funcionaba en Francia.

 

En 1942, mientras aún residíamos en Buenos Aires,  fue invitado por la Academia de Medicina  de Nueva York como “Salmon Lecturer”, invitación que se dirigía anualmente  al científico  que hubiera  hecho las mayores aportaciones en su campo a nivel mundial.  La  misma institución hizo publicar su libro “·Psychatry in war” (La psiquiatría en la guerra) por la Editorial Norton, de esa ciudad.

 

Tres años en Buenos Aires, uno en Santa Fe, donde reorganizó los servicios mentales de la Provincia y fundó y dirigió el principal hospital psiquiátrico de la misma,  uno de los más importantes de Argentina y que lleva su nombre, casi dos en Montevideo, contratado por el Ministerio de Educación uruguayo,  y finalmente desde 1946  hasta su muerte en Rio de Janeiro, donde,  contratado por la  Fundación Getulio  Vargas,  fundó y dirigió el ISOP, Instituto de Selección y Orientación Profesional, similar al que dirigía en Barcelona.

 

A partir de aquí y hasta su muerte, hizo compatible  su actividad al frente del Instituto – donde funda y dirige la revista "Arquivos Brasileiros de Psicotecnia” – con la creación de filiales en otras ciudades brasileñas y con incesantes viajes invitado para impartir cursos en las diversas universidades latinoamericanas; es nombrado miembro de honor de la mayor parte de Asociaciones de Psicología y Psiquiatría, escribe artículos que son divulgados por los diarios de América mediante la Agencia Prensa Latina; en 1955 es nombrado vicepresidente para la Región Atlántica de la Sociedad Interamericana de Psicología; en 1958 es invitado para reorganizar el Departamento de Psicología de la Universidad Central de Venezuela; en 1960, nombrado "expert" en Psicología Experimental de la UNESCO para impartir cursos en la Universidad Nacional de La Plata (Argentina); en 1962, invitado por la UNESCO a un Seminario Internacional sobre "La Psicología Científica en los medios audiovisuales", en Caen (Normandía) hasta que, en noviembre de 1963, después de impartir un curso intensivo sobre Psicología Médica, invitado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Cuyo (Mendoza, Argentina), sufre, a los pocos días de su regreso al Brasil, su segundo infarto, a causa del cual moriría mes y medio más tarde, el 16 de febrero de 1964.

 

Autor de  treinta libros e innumerables artículos consideraba como sus dos  obras más trascendentes su Tratado de Psiquiatría, (que mantuvo actualizado hasta 1955 pero del cual  psiquiatras catalanes actuales me han dicho que  mantiene en muchos aspectos su vigencia actualmente) y el test  Psicodiagnóstico Miokinetico, incorporado, como ustedes saben a este curso por  el Dr. Viñals, y cuya  instrucción está a cargo de los Dres. Josep Mª Tous y  Antonio  Ruiz de Azua. No me referiré pues,  a él,  ya que tendrán ocasión de conocerlo en detalle  durante este  año.

 

Trazado ya este sintético panorama, pasaré a referirme ahora a mi padre desde un punto de vista humano, personal, pues éste es quizás más meritorio aún que su currículum.       Uno de los aspectos que más ha llamado la atención de quienes le trataron es  su capacidad de trabajo diverso y creativo,  diversidad que venía determinada por la multiplicidad e intensidad de sus intereses, y sustentada  por una extraordinaria inteligencia. Esta se evidenciaba en la captación y retención rápidas de los aspectos importantes de un tema y su vinculación con otros conocimientos, estableciendo los nexos necesarios y efectuando, casi simultáneamente, una síntesis global, totalizadora. Ello explica por qué se destacó, como he dicho, tanto en el campo de la medicina como en el de la psiquiatría,  psicología,  pedagogía,  psicopedagogía y  psicotecnia. Para él todo era una sola cosa: el estudio del hombre con la finalidad de conseguir el máximo de salud y bienestar psicofísico. Desde ese enfoque unitario, definió al enfermo como “todo aquel que sufre o hace sufrir”. Y por esto, al final de su vida, cuando ya daba por hecho que cualquier medicina tenía que ser psicosomática, propugnó un concepto más amplio, el de la medicina integral o eubiátrica (del griego: eu, bienestar, felicidad, y bios; vida), que considerase no solamente  la armonía psicofísica del individuo sino también la de éste con el medio social en el que se encuentra inmerso.

 

Llegó a la conclusión de que si la salud se deriva de una armonía en el funcionamiento de todos los órganos (incluidos los aspectos psíquicos, condicionados por las emociones), entonces entran dentro del campo de la medicina en un sentido amplio, como auxiliares, todas las ciencias que se pueden relacionar con el bienestar y, por lo tanto la mayoría de las actividades humanas. En sus propias palabras: “No es posible curar a un hombre, volverlo sano, si vive en un ambiente enfermo. De manera que al clásico aforismo  mens sana in corpore sano  debería ser ampliado diciendo “mens sana in corpore sano et in societas sana”

 

            De la importancia concedida al ambiente social nació también  su  lógico interés por la política, pero siempre se negó a participar profesionalmente, es decir, nunca quiso aceptar cargos públicos y solamente militó en el partido que consideraba más afín a sus ideales: la Unió Socialista de Catalunya, que se integró posteriormente en el PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya).

 

              A pesar de ser ateo, fue  tan totalmente  consecuente con su ética humanista, que casi podríamos calificar  su  actitud de cristiana en el sentido más puro y primitivo del término. Su amor por la justicia y  al prójimo le llevaron a ejercer la medicina en su verdadero apostolado: nunca cobró a un enfermo pobre; decía que, por el contrario, tenía que recibir más afecto y atención que un enfermo rico, ya que este último disponía de más medios para defenderse de la enfermedad. Se sumergió en la vida  política de su país y de su tiempo y se puso. como he relatado,  al servicio de la Generalitat de Catalunya y de la República Española durante el período comprendido entre 1936 y 1939, porque creía que en estas instituciones había la posibilidad de un futuro justo y feliz, y temía el oscurantismo que  sobrevino cuando fueron derrotadas. Ya en el exilio, durante los años que pasó de país en país y de  cargo en cargo, siempre pendiente de retornar a su estimada España, tuvo que afrontar muchos inconvenientes con tal de no ceder nada en su posición ni en sus ideas, y siguió siempre ayudando, dentro de sus posibilidades, a la causa de la República y a los exiliados en desgracia.

 

            Desde  que yo era bien pequeña, y a pesar de sus numerosas ocupaciones, salíamos a pasear los dos solos.  Atendía a todas mis preguntas y trataba de inculcarme de manera comprensible, teniendo en cuenta mi edad, los principios morales que él consideraba básicos. Fue así como conocí los nombres de Sócrates, Aristóteles, Espinoza  o Kant antes de comenzar la instrucción secundaria. Recuerdo algunas enseñanzas de aquellos paseos: “La mejor regla general de conducta es la de los clásicos: nada en exceso”; “Todos recibimos bienes de la sociedad, que son el producto del sacrificio de muchos hombres a través de la historia, y hemos de corresponderlos tratando de aportar a la sociedad lo mejor de nosotros mismos, lo que seamos capaces de ofrecer, cada uno según sus posibilidades”; “Cuando tengas dudas sobre como debes actuar, pregúntate qué pasaría si todo el mundo hiciera lo que piensas, es decir, eleva a categoría universal tu posible conducta particular, y tendrás la respuesta sobre si es correcta o incorrecta”. Pero en nuestras conversaciones no solamente se mencionaban filósofos; de San Francisco de Asís acostumbraba a  citar la frase “Es mejor querer que ser querido, perdonar que ser perdonado”.

 

            Respetaba profundamente a sus semejantes: detestaba hacer esperar a nadie; si un paciente llegaba a la hora de la visita y él todavía no había terminado de comer, era capaz de suprimir los postres y el café para no hacerlo esperar. Nunca vió a un paciente como un objeto de lucro, sino que simpatizó siempre  con él como ser humano y participó sinceramente en sus problemas. Y exactamente por eso todos sus  enfermos siempre lo han adorado, y los que hoy aún están vivos siguen haciéndolo.

 

            Los últimos días con él los pasé en la habitación del hospital de Petrópolis ( estado de Rio de Janeiro, Brasil) donde se recuperaba del infarto que había sufrido  en su casa de campo  pocos días después de regresar de dictar un cursillo intensivo, convidado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Cuyo (Mendoza, Argentina). Entonces, entre otras cosas, me dijo: “Si no  me salgo de esto, habré dejado como contribución principal a la ciencia mi Tratado de Psiquiatría y el test Psicodiagnóstico Miokinético; si me salvo, sé que me quedan pocos años (ya era el segundo infarto) y tendré que pasarlos de manera tranquila y reposada en la casa de campo, pero, al menos, finalmente podré leer y escribir todo lo que yo quiero”.

 

            Quince días después se cumplía la primera posibilidad:  murió el 16 de febrero de 1964, a los 67 años de edad. El Tratado de Psiquiatría no ha sido reeditado, a pesar de ser considerado un clásico en la materia; pero el Psicodiagnóstico Miokinético ha tenido más suerte, pues cuenta con una bibliografía de aproximadamente 300 trabajos entre los cuales  se incluyen numerosas tesis doctorales, y se aplica en muchos centros de psicología del mundo entero, especialmente en América, donde continúan reeditándose algunos de sus libros.  Aquí en España, donde toda la obra de mi padre fue silenciada y sus libros prohibidos durante los cuarenta años de  gobierno franquista, el  interés por el PMK renace gracias a la  labor de los Dres. Tous y Ruiz de Azúa y al interés demostrado por la Asociación   de Grafoanalistas Consultivos de España, que  considerando  la similitud de enfoque  entre las premisas básicas de la grafología y el test de  mi padre,  le ha acordado recientemente   en carácter póstumo el título a  de miembro honorario de la misma . Finalizo, pues, esta descripción de la figura de mi padre manifestando mi agradecimiento a la mencionada Asociación, al Dr. Viñals  y a ustedes por la atención que me han dispensado. Muchas gracias.